8 de mayo de 2013

Romper la espiral.

Ella es funcionaria de la salud pública en el centro de vacunación internacional. Llegó aqui tras un destino incómodo en el extrarradio tras una dura oposición tras una exhaustiva formación en la Escuela enfermería. El trabajo no era demasiado brillante, pero si cómodo de compaginar con la vida de casada y los niños, dos, que se sucedieron uno por cada trienio acumulado. Los años habían pasado instalada en una cómoda rutina, con un cómodo horario junto con cómodos compañeros. Pero hacia tiempo que  las tornas habían cambiado: primero fue la extra, luego los moscosos, un horario vigilado cada vez más largo con un sueldo cada vez mas exiguo. Y los problemas colaterales, marido en paro, hipoteca infinita, y bronca, mucha bronca alrededor. Una deteriorada pieza más de la gigante espiral negativa que contagia todo lo que nos rodea.

El ambiente tampoco acompaña: carteles vociferantes empapelan el vestíbulo de entrada. Reproches en tierra hostil. Hora de vacunas, sala 2.  Con la impresión de que les debieras la vida por haber trabajado hoy en vez de estar de cacerolada, con sus derechos tan recortados y la vida tan jodida.


Sentada frente a ella con el antebrazo descubierto, balbuceo unas torpes palabras para hacerle entender que soy trabajadora y por lo tanto también sufro. Otras, también torpes, para que comprenda que soy madre y por lo tanto también sufro. Le comento, aunque no se haya interesado en absoluto, que la cantidad de vacunas (siete) que nos han prescrito en el centro es porque se trata de un viaje de misión humanitaria. Por fin abre la boca.
"¿Nadie te obliga a ir, no?- me espeta jeringa en mano.
Le quedan seis.

A la salida la doctora que nos atendió primero acorta el paso y me sonríe: "Que tengais buen viaje" y en ese momento pienso en lo fácil que es romper la espiral, respirar y sonreir.  A veces una sonrisa es suficiente para cambiar el rumbo de las cosas. 


Las vacunas para este viaje han sido:
Hepatitis A, Hepatitis B (2 dosis), fiebre amarilla, fiebre tifoidea, tetanos, colera y malaria.
En el Centro de Vacunacion se ocupan de todas las recomendaciones y vacunas. La mayoría de las enfermeras son muy amables. No todas. 
Hepatitis A y B está agotada en la Sanidad Publica madrileña, sin prevision de próximos suministros. En farmacia si hay.




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